La esperanza en el Señor, que alienta la disposición de ánimo para ver de manera favorable lo que habrá de venir, es lo que ha hecho arder el corazón de cada uno de los que hemos participado en la preparación de los treinta devocionales y cuatro sermones que integran este material. Es esa misma esperanza la que deseamos que se despierte y afirme en todos los hermanos y hermanas que se están uniendo en oración para pedir al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo (Mateo 9:38), porque la cosecha de este campo sembrado ya está madura (Juan 4:35). 2 Para no mirar con desánimo ni con sospecha, mucho menos con pesimismo, tenemos que confiar en la manera en que el Señor contempla su propio campo. Nuestro Dios observa que su propiedad ya blanquea por los frutos maduros que en ella hay; y tan abundantes son, que se requieren más pies que recorran la campiña, ojos que observen los sembrados y manos que recojan el fruto. Se requieren caminantes que recorran las ciudades y aldeas de nuestro terruño; maestros y predicadores que enseñen y anuncien el evangelio del reino en espacios públicos y privados; facultados que atiendan las dolencias de hombres y mujeres que sufren por el pecado propio y ajeno; indulgentes que muestren compasión por el que se duele a razón del desamparo que padece; mayorales que busquen y cuiden con tierno amor a las ovejas dispersas. Nuestro trabajo es sencillo: pedir al Señor obreros que se sumen a la labor de recoger. El trabajo arduo ya lo hace el Señor, porque él es quien ya está llamando a algunos, eligiendo a otros y comprometiendo a todos los súbditos de su reino. Él ya ha tocado corazones, despertado conciencias, afirmado voluntades ponerse en marcha en su servicio. Solo oremos con la esperanza que aviva, y veamos lo que él Señor quiere mostrar como resultado del llamado que hace a su pueblo. Este devocionario está dividido en tres apartados generales: 1) Los llamados, 2) los elegidos y 3) los comprometidos; cada división está conformada por diez meditaciones basadas en personajes de la Biblia, y presidida por una breve introducción donde se presenta y explica su propósito y contenido para dar orientación a los participantes respecto al sentido con el que se pueden leer dichas reflexiones. Oramos al Señor, rogándole para que, a usted y a cada uno de los hermanos que estarán inmersos en este tiempo de oración, les hable y muestre si les está llamando a un ministerio, eligiendo para una tarea o pidiéndoles que se comprometan como discípulos de Jesús. El Señor sea glorificado con la respuesta que presten a su voz.
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